Desde la semana pasada, la secuencia de derrumbes que se produjo en distintos tramos de la ruta 307 -con destino a Tafí del Valle- complicó la vida de miles de tafinistos, veraneantes y turistas. Por el momento, el tránsito se corta durante la noche y vuelve a habilitarse al amanecer. Además, hay sectores en los que sólo se puede avanzar por media calzada.
Esta situación generó preocupación, porque, en plena temporada de lluvias, las autoridades de la Dirección Provincial de Vialidad admitieron que es posible que continúen los problemas. Ahora bien: ¿cómo se llegó hasta esta instancia? ¿Es posible evitar nuevos desprendimientos que generen problemas en la circulación y que pongan en riesgo la vida de los transeúntes?
En opinión del ingeniero civil y actual legislador de Juntos por el Cambio, José Ricardo Ascárate, esta situación se produce por deficiencias en la conservación en el sistema de desagües del camino. “Del lado de la montaña -y a unos cuatro o cinco metros de altura- existen desagües. Normalmente se trata de zanjas de guardias y hacen que el agua circule por los cortes evitando que se mojen las paredes o que se acumule líquido en las laderas. Sin obras de mantenimiento, estos pliegues se llenan de agua y, con el tiempo, ocurren los derrumbes”, explicó el especialista, quien fue jefe de Planeamiento de Vialidad en la provincia.
Los muros contienen pequeños agujeros que deben limpiarse periódicamente de cualquier resto de musgo, de tierra o de pasto para posibilitar el proceso de filtrado.
En la misma línea de análisis, Ascárate afirmó que la segunda problemática urgente a evaluar es la capacidad de retención que tiene el espacio vial. “Cuando se desata una tormenta de unos 20 milímetros no pasa nada. La complicación es que, a la siguiente lluvia, el suelo empieza a humedecerse. Y luego queda saturado -enfatizó-. Al pararte en los derrumbes, en los costados de los muros se puede ver que sale agua. Eso implica que las masas rocosas guardar líquido en su interior”.
Además, Ascárate explicó que los aludes no están originados por la intensidad del tránsito. Al contrario, el aumento de colectivos y de autos en la ruta solo influye en el peso de la calzada asfáltica, pero no impacta en los cerros. “Los derrumbes ocurren siempre que padecemos un verano húmedo y con lluvias de alta intensidad”, destacó el docente universitario de la cátedra de Diseño Vial de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT).
En busca de alternativas
Como respuesta, los cortes en la ruta 307 reavivaron la discusión sobre trayectos diferentes que conecten los Valles. Entre ellos, volvió a aparecer la propuesta de conducir por la Quebrada del Portugués.
Al respecto, Ascárate sostuvo que la mejor vía es aquella que va desde Hualinchay a Colalao del Valle. Una traza construida hasta Lara y que posee dos bajadas en forma de huellas.
“El trayecto presenta las mejores condiciones porque carece de una gran incidencia de desagües transversales que lo crucen. Cuestión que sí está presente en la actual ruta hacia Tafí del Valle (al estar el sendero dentro de la quebrada del río Los Sosa) y que también presenta la Quebrada del Portugués. Construir otra ruta ahí sería crear un sistema parecido, solo que al sur”, comentó el ex subsecretario de Infraestructura del Plan Belgrano.
“Sin embargo, antes que dedicarnos a trazados secundarios, la prioridad está en reestudiar y recuperar el sistema de desagües originales de la ruta 307 y replantear con un trabajo artesanal nuevos conductos”, finalizó el legislador electo.